miércoles, 7 de noviembre de 2007

trilogía

No todos los recuerdos hacen que el dolor se vuelva sincero, que lo recuerdos nos cosquilleen hasta la pestañas. Que los tiempos sean más venideros, llevaderos y que los perfumes insuflen a cada olfato el aroma de la niñez, no, no siempre. Es cuestión de ponerse a recordar y la niñez aflora fácil, lívida y casi persistente en la fragilidad del subconsciente de los seres humanos. Y aquí esta el otro poema de esta trilogía que la escribí, no recuerdo hace cuántos años, pero aquí os dejo el segundo.



II


Hoy vi a mi hermano

Israel


Hoy vi a mi hermano
enjuto como siempre,
lo vi desde la distancia
parecía más antiguo
y más ecuánime,
y más zurdo que nunca.

Habló despacio
muy despacio,
Pensando cada palabra
Sonreía señalando con el dedo índice
Acentuando sus medidas.

En sus manos un dolor
y un beso;
Su hija, y ellos; las señas
profundas de su identidad.,
lo vi abierto en su compromiso
y díscolo a lo establecido.

Hoy vi a mi hermano
en el rostro escondido de un niño
que me ofreció sus manos,
en su frente
la imagen profunda de la lucha.
y sus ojos querían decir una lágrima,
una lágrima sólo y no la dijo
suspiró y soltó un hálito de victoria.

Hoy vi a mi hermano
callado, silencioso, afable
y cubierto de clandestinidad.

En su pecho un amor profundo a lo prohibido
con sus dedos jugaba un son de conspiración.
Hoy vi a mi hermano,
más serio que nunca, más distendido
y más cariñoso en la distancia;
más comprometido, más justo
más claro,
más hermano que nunca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cuando afloran sentimientos es un gusto leer este tipo de poesía. poesía intimista, familiar. me gusta.

Patricia M. Sartor dijo...

sin palabras...
en el rostro de un niño...

vos también tenés el rostro de un niño...
sos increíble Txanba...