A los mártires de la UCA.
Hay ventisca fuerte esta noche
afuera el viento sopla la locura
que viene del averno, sin rosas ni versos.
Se oyen disparos por las calles
Se oyen gritos de muerte esta noche
No hay versos, ni besos
Solo quedamos nosotros y
los disparos que se aproximan
son más ciertos a altas horas de la noche
- nosotros nos marchamos - dijo Rodolfo
- no es necesario - dijo Ellacuría
... ya vinieron e hicieron lo que querían
meter miedo a nuestros cuerpos.
- no volverán – sentenció Ellacuría.
y por primera vez, se equivocaba.
Pero Rodolfo y otro, marcharon.
y los demás se quedaron
viviendo en los cristales rotos
porque a la madrugada del día previsto
del 16 de noviembre de 1989
miles de disparos se alojaron
en el césped, en el piso y en sus cuerpos.
La vida llegó a su fin
La vida de siete cuerpos adultos
y el cuerpo de una niña de 15 años
que abrazada a su madre, quedaron
despojados de su vida...
y
la mentira se vistió de sus medios
Los asesinos despojaron la ternura
Y la muerte se pasea desde entonces
en los cuerpos uniformados de
los soldados que parieron los yankis.
Hay ventisca fuerte esta noche
afuera el viento sopla la locura
que viene del averno, sin rosas ni versos.
Nos quedan rosas en el jardín
Nos quedan libros en las palabras
Nos quedan las luciérnagas
Que alumbran las velas
esas velas, que iluminan
La capilla donde reposan los cuerpos
de los seis jesuitas asesinados
en una madrugada de El Salvador
en la Universidad de los jesuitas
que descansen en paz.
Mientras las tinieblas
vigilan todavía a
los bolígrafos que escriben
y denuncian las mentiras que siguen
contando los asesinos de corbata
y réquiem neoliberal.
Hay ventisca fuerte esta noche
afuera el viento sopla la locura
que viene del averno, sin rosas ni versos.